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El Cazador de almas...

Hubo una vez un baile de almas donde se reunían las almas de todo el mundo, las de los vivos y las otras. Pero solo podían entrar las almas, así que las que eran transportadas por un cuerpo viviente debían dejarlo en el guardarropa (o guarda cuerpos) antes de entrar. A este baile solo asistían las almas buenas, pero como en todo en la vida, había un infiltrado que dio el chivatazo al Cazador de Almas y éste se presentó de improviso en lo mejor de la reunión y se produjo la huída en masas de las almas, era tal la desesperación por salir que no tenían tiempo para recoger su cuerpo, así que al pasar por el guarda cuerpos tomaron el primero que se        encontraba a su paso…” Las almas quedaron atrapadas en cuerpos que no les     correspondían y al día de hoy, aún seguimos con un alma “prestada”.

Son pocos los que hoy buscan su verdadera esencia y menos aún los que la buscan adecuadamente. Solemos mirar hacia nuestro interior para encontrar respuestas y sumirnos en interminables cuestiones hasta mistificarlo todo y pensar que solo unos pocos elegidos pueden encontrar las respuestas… Y así nos cerramos, nos volvemos cada vez más egoístas, nos quedamos cada vez más solos… ¿Qué pasaría si          comenzáramos a conectar con los demás?, dejar que nuestras almas se encuentren, sin misticismos, sin “preconceptos”, sin rituales. Lo único que debemos hacer es mirarnos a los ojos con sinceridad y sonreír… ¡Cuánto nos cuesta sonreír! Levantar la vista y ver a nuestro alrededor, dejar que nuestras almas se miren, nosotros      somos los ojos… nuestra propia mirada es la mirada del alma ¿Quiénes somos para negarle ese privilegio? Veamos a nuestro alrededor.

No podemos cambiarnos los cuerpos ni las almas, pero si podemos dejar que ellas hablen entre sí, les aseguro que tienen mucho que contarse, hablaran de  ti, de mí, de nosotros… y nosotros aprenderemos a vernos en los demás, descubriremos de qué estamos hechos y quizás nos sorprendamos de los que podamos llegar a ver, a descubrir… Nos parecemos mucho, en esencia, solo nos diferenciamos por las      caprichosas formas que nos dio la naturaleza, la vida, pero no somos                    más diferentes de lo que pretendemos ser.

Miremos a los demás a los ojos, solo por unos segundos, sin violencia (porque hay miradas que matan), sin hablar, pero que por lo menos sonría nuestra mirada, y las almas estarán enormemente contentas, y comenzaremos a vernos de otra manera, sabremos de una vez por todas que no estamos solos, que a pesar de ser únicos e irrepetibles (salvo clonación) vivimos en sociedad… No busquemos en las           profundidades los que salta a la vista y a los demás sentidos, dejemos que la esencia aflore, que no por ello estaremos descubiertos, desprotegidos… Hoy solo les pido una mirada, una sincera y aunque sea tímida mirada, para comenzar a ver lo que verdaderamente somos y comprendernos…

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